Costa Martiánez: El legado de Manrique
CULTURA
Costa Martiánez:
El legado de Manrique
Si visitas Puerto de la Cruz no puedes, bajo ningún concepto, perderte uno de sus emblemas: El Lago Martiánez. El complejo que lo aloja, Costa Martiánez, ocupa 65.000 metros cuadrados y es uno de los más admirados ejemplos de transformación de un litoral y un referente mundial estético de integración paisajística para el ocio. Es el mayor legado que dejó en Tenerife uno de los artistas canarios más universales: César Manrique.
Prepara tu bolsa para pasar el día en remojo, pero también para empaparte de arte contemporáneo. El Lago, como lo llamamos, es una piscina, un jardín y también un museo al aire libre. En esta mini-guía te damos algunas claves para que disfrutes al máximo de la experiencia.
El Complejo Costa Martiánez, un museo al aire libre, fue creado por el artista Cesar Manrique a partir de los elementos más significativos del entorno donde iba a intervenir. Un lugar lleno de elementos y detalles que dialoga armónicamente con la naturaleza mediante una línea estética y artística que se mimetiza con el entorno.
Así fija la atención en elementos de la naturaleza como la vegetación autóctona, la piedra volcánica y basáltica, elementos marinos… y otros de la arquitectura popular canaria más cercana, en este caso, la Ermita de San Telmo, de la que el Complejo trata de ser una extensión en la misma línea: empalizada con barrotes, garitas, muros redondeados encalados en blanco o suelos formando composiciones con cayado.
Añade, además, otros elementos característicos de nuestras construcciones isleñas, como las pérgolas rebosantes de enredaderas, tejados de teja, puertas y ventanas de madera que intercala con zonas ajardinadas con estanques, cascadas y agua brotando por diferentes cauces. Se presta especial cuidado a los detalles constructivos y estéticos, a los sonidos que produce la caída del agua o a la iluminación cenital mediante ventanucos, claraboyas y espacios abiertos o la procedente de luces indirectas.
También se pone especial atención en la vegetación, que colocada estratégicamente y en combinación con los efectos de la luz natural y su reflejo en el agua construye infinidad de juegos de luces y sombras.
Se accede al recinto por la Avenida de Colón, el mismo paseo que te lleva a la Ermita de San Telmo (otra visita obligada) y que también forma parte del conjunto. Pilla tu ticket en una de las cuatro garitas que flanquean el acceso a las piscinas, y que están inspiradas en la que vigila la entrada a la ermita.
César Manrique fue un artista lanzaroteño distinguido con el Premio Mundial de Ecología y Turismo y la Medalla de Oro de las Bellas Artes, entre otros muchos reconocimientos. Asumió la dirección artística del proyecto en 1967 y dejó su huella en cada rincón, aportando elementos de la arquitectura tradicional canaria y la flora endémica. Un dato curioso: Lo diseñó sobre una servilleta de papel, en una pizzería. Así fue que vislumbró la idea de una gran burbuja de agua de mar color esmeralda, que pudiera dar servicio de baño a residentes y visitantes. Manrique era un genio y un visionario.
Las primeras piscinas se inauguraron en 1971, sobre lo que habían sido la playa y los charcos de los Llanos de Martiánez, lugar de baño de los primeros turistas de finales del siglo XIX y principios del XX. El complejo se dio por terminado en 1977 y fue declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Jardín Histórico en 2005.
Básicamente pueden distinguirse tres zonas:
La primera y más antigua es la de San Telmo. Se nota que las piscinas fueron ejecutadas por un equipo técnico distinto al resto en que sus trazos son angulosos y casi no hay vegetación; aquí la funcionalidad se impone a la estética.
Sin embargo, en la última reforma realizada durante los años 2004 al 2006, esta zona fue adaptada al proyecto de César gracias a la intervención de los mismos autores que ejecutaron el original.
La segunda zona comprende el grupo de tres piscinas llamadas Los Alisios. Aquí sí se nota la mano de Manrique: superficies blanqueadas, roca basáltica, solariums y flora endémica y subtropical.
La tercera es la de El Lago, la mayor, con 33.000 m2, de los cuales 15.000 corresponden a solariums, otros 15.000 a la piscina y el resto a las cinco islas. La piscina es circular, con 27.000 metros cúbicos de agua de mar. La isla central posee una parte de su estructura sumergida bajo el nivel del mar (arriba hay jardines y un restaurante; abajo, una sala de fiestas).
Por si esto fuera poco, debes saber que en todo el recinto hay diseminadas varias esculturas de Manrique. Te animamos a localizar cada una de ellas:
- Los Alisios: uno de los juguetes al viento que existen en el Complejo. Se trata de un grupo escultórico móvil concebido a partir de planchas de hierro laminado que el viento hace girar y cuya base esta realizada a partir de piedras basálticas perforadas.
- La Jibia: Inspirado en un molusco marino de cuerpo oval muy parecido al calamar. Ubicada y pensada para el juego de los niños se encuentra en una de las zonas infantiles. Está realizado en hormigón enfoscado y pintado en rojo y blanco con ojos verdes a partir de fondos de botellas de vidrio.
- Barlovento: Rodeado de estanques y vegetación encontramos otro de los juguetes al viento. Un tronco de árbol sobre el que se encuentra insertada una estructura móvil de conos de acero que se mueven al compás del viento.
- Homenaje a Wilhelm Reich: Dedicado al psicoanalista inventor y teórico del orgón o energía vital. Se trata de una escultura realizada a partir de un árbol robusto y achaparrado hincado al revés.
- Raíces al Cielo: grupo escultórico formado por troncos de eucaliptos al revés con el cepellón de sus raíces al aire.
- Homenaje al mar: Es una gran estructura realizada en hormigón y mezclada con cemento blanco que cuenta con recovecos y túneles que se presta para el juego de los niños. Está ubicada en otra de las zonas infantiles del complejo.
Otros elementos que refuerzan la conexión con la propia naturaleza y son parte de la simbología e identidad visual del Complejo son:
Cráter de Agua a través del cual se llena el lago del agua de mar y realizado con roca volcánica.
El Geiser: una columna de agua que se eleva alrededor de 20 metros.
El Complejo Costa Martiánez sintetiza una de las más importantes premisas del creador: “La naturaleza es la mejor artista”.
Además, te animamos a descubrir otros pequeños tesoros del Lago: El busto homenaje a César Manrique; el Bar La Isla, en forma de alegoría naval; el jacuzzi; y las dos cataratas (cuentan que el artista estuvo más de una hora colocando las piedras minuciosamente hasta lograr el sonido perfecto).
Como ves, el Lago Martiánez, con sus más de cuarenta años de historia, sigue siendo un remanso de belleza y sosiego, ideal para desconectar del ritmo de la ciudad. Sin embargo, también es un espacio vivo, que acoge conciertos, fiestas y toda clase de eventos a lo largo del año. ¡Infórmate de posibles planes durante tu estancia y disfruta también de la noche en este entorno único!