MINIGUÍA

No solo playa:
Tesoros de la arquitectura portuense

Sacúdete la arena de los pies, ponte las zapatillas y abre bien los ojos: Te proponemos una ruta de tarde para descubrir algunos de los rincones más emblemáticos de la ciudad; un viaje en el tiempo a través de su arquitectura. Punto de salida: Playa Jardín.

El Castillo de San Felipe

En el extremo Este del paseo Luis Lavaggi verás una de las construcciones más antiguas de Puerto de la Cruz. El Castillo de San Felipe es una de las tres fortificaciones que se concibieron para defender la ciudad de los ataques de piratas y corsarios, en 1634. A lo largo de los siglos, sirvió de enfermería, lazareto, depósito, ciudadela, sociedad de tiro y hasta de restaurante. Monumento Histórico Artístico desde 1949, hoy es un espacio donde se programan conciertos, exposiciones y todo tipo de eventos culturales.

 

El Peñón del Fraile

Sigue caminando por el paseo y, a pocos metros, verás El Peñón del Fraile; todo un símbolo del Puerto, desde donde puedes disfrutar de una amplia panorámica de la costa. Cuenta la leyenda que bajo la cruz, en alguna grieta, se esconde el tesoro del pirata Caraperro. ¿Serás tú quien lo encuentre?

 

 

Continúa por la calle Mequinez, la arteria principal del barrio marinero de La Ranilla, hasta La Placeta o Plaza de Benito Pérez Galdós. Párate a admirar los murales que decoran las paredes en ambos extremos de la plaza, y que forman parte del proyecto Puerto Street Art (lee más sobre esto aquí). Sal de la plaza por la calle de La Penita, y gira a la izquierda por El Lomo hasta llegar a Teobaldo Power. Después, por San Felipe, lleva tus pasos hacia uno de los callejones con más encanto de la ciudad: la Calle de La Verdad.

 

En el otro extremo, ya en la calle Puerto Viejo, verás, frente a tí, las cristaleras de la nueva Biblioteca Municipal Tomás de Iriarte. En ella se programan lecturas, sueltas de libros o presentaciones. También puedes leer la prensa, o conectarte a Internet. No te pierdas: el mural “Hay canarios… y canarios”, del argentino Martin Ron, en la esquina de enfrente.

 

Pero, sigamos paseando. Avanza por Puerto Viejo hasta dar con la Plaza del Charco. Siente la vida, escucha decenas de idiomas a la vez… ¡Aquí late el corazón de Puerto de la Cruz!

 

Atraviesa la plaza y sube por la calle Quintana. Sorpréndete con la coqueta Plaza del Dr.  Víctor Pérez y continúa hasta Agustín de Betancourt (otro ilustre portuense, ingeniero e inventor, que trabajó desde las máquinas de vapor y los globos aerostáticos hasta la ingeniería estructural y el planeamiento urbanístico) donde, a la izquierda, verás el Parque San Francisco; otro emblema de la ciudad. Durante años fue sala de teatro y punto de encuentro, y vio nacer al que hoy es el Festival MUECA; la mayor cita con las artes y el circo de calle de Canarias. Hoy está en plena reforma, poniéndose a punto para ser reabierto como espacio cultural.

Instituto de Estudios Hispánicos

De vuelta a la calle Quintana verás el Instituto de Estudios Hispánicos; un referente para las Islas, desde su fundación en 1953, y con una intensa y variada programación cultural.

Camina hacia la Plaza de la Iglesia y no dejes de visitar el precioso hall del Hotel Marquesa. En esta casona canaria, en pie desde 1712, se alojaron grandes viajeros y científicos, como el explorador alemán Alexander von Humboldt.

En el extremo opuesto de la Plaza de la Iglesia se encuentra la calle Cólogan (los Cólogan, de origen irlandés, fueron una familia de comerciantes y diplomáticos de gran importancia para la sociedad portuense). A una distancia de pocos metros, darás un salto de varios siglos hacia delante.

 

 

Frente a tí verás dos de las edificaciones más curiosas de Puerto de la Cruz: A un lado, el Edificio Bel Air, que, con sus 75 metros, es el rascacielos más alto de la ciudad y el tercero de la isla. Nació en 1960 como un hotel de innovación americana y veinte años más tarde pasó a tener un uso residencial. Al otro, la premiada gasolinera La Estrella, también de los sesenta y que es una obra maestra de la ingeniería. Este “divertimento geométrico” es un paraguas de seis puntas, en hormigón armado, que funciona cual rosa de los vientos. Fíjate en el giro de los coches a modo de órbitas.

Siguiendo por la calle Valois, en la esquina con Blanco, está la Casa Álvarez Rixo, con sus elegantes balcones de hierro. Aquí nació el cronista y alcalde portuense José Agustín Álvarez Rixo, en 1796. Hijo de comerciantes portugueses, fue el artífice de la unificación y conservación del archivo municipal y, además de político, escritor, diputado de sanidad y juez de paz, llegó a ser corresponsal del diario británico The Times.  

 

Conectada por la parte trasera de la casa, accediendo desde la Plaza Concejil, se encuentra una joya de la arquitectura tradicional canaria: La Casa Ventoso, con su famoso Torreón. Bien de Interés Cultural desde 1988, es la única de su naturaleza que se conserva en el archipiélago. Debes saber que fue el comerciante Nicolás Blanco quien hizo construir el torreón para poder observar el movimiento en el puerto (quien antes llegaba al muelle, antes negociaba con los barcos europeos).

 

 

Enfrente, haciendo esquina, verás otra buena muestra de la arquitectura canaria: La Casa Iriarte. Los Iriarte fueron figuras destacadas en la España del siglo XVIII, durante el reinado de Carlos III, el padre de la Ilustración española. El pequeño de los hermanos, Tomás de Iriarte, fue un gran dramaturgo y un “poeta – fabulista”; es por eso que da nombre a la nueva Biblioteca Municipal.

A estas alturas del paseo seguro que se te ha abierto el apetito. Callejea, pregunta, déjate guiar por tu olfato, ¡tienes cientos de opciones para disfrutar de una buena cena en Puerto de la Cruz!

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